viernes, 27 de diciembre de 2013

Recordando emociones que nunca volveran

Este es un vídeo recopila torio de soldados reencontrándose con sus familiares tras volver de misión.


He vivido esto de cerca, pues mi padre se llegó a marchar 3 veces, y las 3 era muy pequeño. Solo tengo recuerdo directo de una, y es el sentimiento más fuerte que jamás he tenido nunca. 

Yo cogido de la mano de mi madre, con mis dos hermanos, esperando en el aeropuerto. Ver salir del avión a un montón de personas vestidas de verde, y sentir que el corazón te da un vuelco. Ese nerviosismo previo, la espera mas larga de mi vida. Y finalmente verlos aparecer al fondo de la sala. Buscar su cara, a él, y salir corriendo a abrazarle a mitad de camino.
           
 Es algo que no olvidaré nunca, y es algo que jamas voy a volver a sentir, creo que por nadie.

sábado, 21 de diciembre de 2013

Canción: Book of Love





The book of love is long and boring 
No one can lift the damn thing 
It's full of charts and facts and figures and instructions for dancing 
But I 
I love it when you read to me 
And you 
You can read me anything 
The book of love has music in it 
In fact that's where music comes from 
Some of it is just transcendental 
Some of it is just really dumb 
But I 
I love it when you sing to me 
And you 
You can sing me anything 
The book of love is long and boring 
And written very long ago 
It's full of flowers and heart-shaped boxes 
And things we're all too young to know 
But I 
I love it when you give me things 
And you 
You ought to give me wedding rings 
And I 
I love it when you give me things 
And you 
You ought to give me wedding rings 
And I 
I love it when you give me things 
And you 
You ought to give me wedding rings 
You ought to give me wedding rings

viernes, 15 de noviembre de 2013

relato: Mirada



            Hay una mirada que, perdida en el mar, espera su turno, paciente, contando lágrimas. Cuando este llegue, su corazón latirá de nuevo, para convertirse en cenizas y renacer de ellas como un fénix moribundo.

            Deberá ver, oír, y decidir su camino. Quizá viaje al hogar de Manrique y, de valle en valle, se cruce un buey con mala estrella, para acabar sollozando en el cuarto de atrás. Su sonrisa alimentará el hambre, que servirá para atraer a los leones. Ellos, una vez satisfechos, esperaran su turno, pacientes, contando lágrimas.

            Aún así, continuará su avance, inexorable búsqueda con mil voces y ningún sonido. Cortando el aire, invisibles, el blanco y el negro volaran decididos, y su luz alimentará el hambre, que servirá para atraer a los buitres. Ellos, una vez satisfechos, esperaran su turno, pacientes, contando lágrimas.

            Pronto escuchará la música, y querrá seguir su melodía. Poco a poco se tornará frenética y fría, llenando de vacío el alma de su portavoz. Destruirá la razón y alimentará el hambre, que servirá para atraer a los chacales. Ellos, una vez satisfechos, esperaran su turno, pacientes, contando lágrimas.

            Cuando sienta que el final esta cerca, abrirá los ojos por primera vez para poder tocar, extenderá sus manos para oír, y preparará sus oídos para poder ver. Finalmente, sabrá que es un naufrago tratando de conservar su calor, una sola hora pintada de lila, un libro manchado de recuerdos. Comprenderá quien es y alimentará el hambre, que servirá para atraer una mirada. Ella, una vez satisfecha, abrirá sus ojos, paciente, y naufragarán juntos, sobre un mar de lágrimas.

jueves, 14 de noviembre de 2013

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Haiku

Escrito por mí hace varios años, pese a su simpleza, aun me viene a la memoria de vez en cuando, dejandome con una extraña sensación de paz.


                                                                      "Una nube
                                                                 muere en la Luna
                                                                 se apaga el cielo"




pd: la métrica no es correcta, pero cuando lo escribí no conocia mucho al respecto.

sábado, 17 de agosto de 2013

Relato: Verdad



Ahora, lo veo todo con otros ojos. La vida dejó de tener sentido para mí, y la oscuridad es ahora mucho mas atractiva.

            Pero dejadme que os cuente cómo empezó todo. No se cuanto tiempo ha pasado desde ese primer día, pero lo recuerdo como si lo hubiera vivido ayer. Me levanté pronto, como siempre. Tras un aseo rápido, casi mecánico, salí de casa con prisas, sin tiempo para tomar un café y despejar mi cabeza. El camino hasta el trabajo dura unos 10 minutos, y siempre observo lo que ocurre a mí alrededor. Un camión de reparto descargando en un supermercado, un joven caminando con el cigarro en la boca y el móvil en la mano, un anciano paseando con el periódico recogido en el brazo. Pero algo llamó mi atención especialmente. En un callejón, normalmente ocupado únicamente por dos cubos de basura y suciedad, había una mujer. De pie en el centro del oscuro pasaje, me observaba fijamente. Pelo negro hasta los hombros, enmarañado y sucio, piel quebradiza y arrugada por el tiempo y la inclemencia, ropas grises y holgadas, demasiado grandes para un cuerpo menudo.  Y una mirada negra, oscura. Pude sentir sus ojos clavándose en mí hasta que finalmente doblé la esquina. Intenté no darle importancia, aunque esa mirada me estuvo siguiendo durante toda la mañana. Al volver a casa, ella ya no estaba, pero aún podía percibir su figura, atravesando mi alma.
            La mañana siguiente volvió a aparecer. De nuevo me miraba, sin inmutarse siquiera, y volvía a erosionar mi mente con esos ojos perturbadores,  de nuevo el callejón estaba vacío por la tarde.
            Los días se iban sucediendo, y ella aparecía todas las mañanas. No me atrevía a acercarme, pero tampoco cambiaba mi ruta, esperando que algún día no estuviese allí.

            Una noche me desperté, sudando, con esos dos pozos negros grabados en mi mente, impasibles. Me vestí rápidamente, e ignorando toda lógica, bajé a la calle, en busca del callejón. Las farolas no podían dispersar la densa oscuridad de esa noche, mientras yo me acercaba con pasos vacilantes hacia mi objetivo. Finalmente, pude ver su silueta, como siempre, erguida en el medio.  Todo mi cuerpo se estremeció, mi mente gritaba por correr en dirección contraria, pero resistí a mis impulsos y seguí avanzando. Un pie, luego el otro. Estaba cerca. Podía notar sus ojos cada vez más intensos, buscando mi corazón.  Llegué hasta ella, estábamos cara a cara. Pude fijarme en su rostro por primera vez. Una cara extremadamente delgada, con todos los huesos marcados y los pómulos altos. Los labios agrietados y resecos, el pelo en caída flácida sobre los hombros. Las arrugas surcaban su rostro…….pero al mismo tiempo se presentaba liso e inmaculado, dos caras superpuestas en una misma, joven e inocente, vieja y frágil.  No se cuanto tiempo estuve frente a ella, pero cuando no pude soportar más su mirada, finalmente hablé:

-         ¿Qué quieres de mí?

No respondió. Continuó mirándome sin pestañear, sin gesto alguno en su rostro. Aquella mirada estaba destrozándome los nervios y el alma, minando mi valentía. Era más de lo que podía soportar.

-    Maldita sea, ¡que es lo que quieres!- Grité a la mujer, sin poder contener mas los nervios.

Finalmente, alzó levemente la cabeza. Fue un gesto casi imperceptible, pero bastó para hacerme retroceder. Una voz joven y anciana, áspera y suave, me habló.

- Voy a enseñarte la verdad.

Retrocedí mas aún, asustado, con su voz clavándose en mis oídos. Llegue a la entrada del callejón, y para mi horror, vi a la mujer avanzar hacia mí. Despacio, sin precipitarse. Yo no podía moverme del sitio, algo me lo impedía. Estaba cautivado, ya era tarde para irme. A medida que avanzaba, el temor aumentaba en mi interior. Detrás de ella, avanzaba otra figura, a su mismo paso. Poco a poco pude verla mejor, era otra mujer, con la piel de color gris, totalmente desnuda. Creo que grité. Era una visión demasiado horrenda, los ojos humanos no están preparados para eso.

Avanzaba siguiendo los pasos de la mujer del callejón, al mismo ritmo, pero sin emitir sonido alguno. Su piel gris, estaba totalmente profanada por cortes negros siguiendo la silueta de las articulaciones. Caminaba encorvada hacia delante, una parodia del andar humano, grotesco y nauseabundo. Su cabello, totalmente negro, caía lacio y pesado. Pero fue su rostro lo que sobrecogió mi corazón y casi me lleva a la locura. Su boca estaba cosida irregularmente con un hilo negro y grueso, pero esta se extendía hasta casi las orejas, como un terrorífico payaso gris. Sus ojos….. Si a eso se le pueden llamar ojos. Donde debería tener las cuencas, no había nada. Solo oscuridad, absorbente, negra y desgarradora.
Todo su cuerpo estaba unido por hilos negros a la cabeza de la mujer, la cual no parecía darse cuenta de nada. Aquella criatura no dejó de mirarme en ningún momento, pero yo no podía moverme ni apartar los ojos de aquel horror. Siguió avanzando, alejándose de mí, mientras su compañera gris seguía mirándome, con el cuello retorcido y aquella espantosa sonrisa cosida.

 Pasaron varias horas desde que las perdí de vista, antes de que pudiera reaccionar. Caí de rodillas, y lloré. Me arrastré hasta el callejón, y encogí mi cuerpo agarrándome las rodillas con ambas manos, mientras a mi alrededor amanecía. Escuché pasos en la calle, y pude ver a un hombre trajeado avanzar con su maletín, con prisa. Pero detrás de él, unido a su nuca por hilos negros, había otra figura gris, encorvada. Estaba mirándome, avanzando grotescamente al paso de su titiritero, con sus pozos negros apuntándome, y su sonrisa fija destruyendo mi cordura. No pude ni gritar, solo podía agarrarme las rodillas con fuerza, mientras el horror pasaba ante mis ojos.

Todas las personas que pasaron delante del callejón, tenían detrás una criatura gris, mirándome. Sentía como la razón escapaba de mi cerebro, y la vida moría en mi interior. Nadie se dignó a mirarme, durante las horas que permanecí sentado sin poder moverme.

Una terrible idea asalto mi maltratada mente, como una explosión de horror. Lentamente giré mi cabeza, con temor y deseando que no fuera cierto. Vi un hombro gris… Una cabeza gris…. Una sonrisa cosida…. Unos pozos negros observándome… Creo que el último atisbo de cordura escapó de mí en ese momento. Solo una idea atravesaba mi cabeza.

Lentamente, me erguí. Mis pies me llevaron hasta el centro del callejón, donde esperé pacientemente. Pronto, unos ojos al otro lado de la calle repararon en mí, me observaron con curiosidad y temor. Finalmente se perdieron de vista, pero la misma idea seguía grabada a fuego en mi interior. Una idea sencilla, reconfortante, que hacía soportable la pesada carga que mi alma sentía:

- Voy a enseñarte la verdad.

domingo, 28 de julio de 2013

Historias de una respiración asfixiante.

Saludos, queridos lectores, aunque probablemente pocos me quedan (nunca hubo muchos, así que el efecto no es importante). Si, sigo vivo. Disculpadme por esta larga ausencia.

 Llevo desde hace un tiempo, y hasta septiembre, en una tierra que es probablemente, una oda a la incultura, a la muerte de la inspiración, y la cara mas falsa de la España profunda. Una cara que me ha enseñado más de lo que desearía saber, y que me asquea hasta límites que ni yo mismo habría esperado.

Este lugar consigue lenta pero inexorablemente agotarme, día tras día, gota tras gota, palabra tras palabra. La promesa de algo nuevo no alivia mucho en las horas de soledad, aun rodeado de lugareños.

Desde mi privilegiado lugar como extranjero en tierra rural, donde la vida pasa entre cuchicheos e ignorancia, he aprendido muchas cosas, que me hacen sentir impotente. Toca callar, escuchar, asentir, y tragar saliva con fuerza exhibiendo una alegre sonrisa. Y así, querido lector, paso mis días, con sonrisa falsa y corazón quemado.

Pero no todo en este lugar es negativo, hay gente maravilla a la que merece la pena conocer, probablemente lo único que echaré de menos de este rincón de Castilla.

Nuevas puertas se abren, mientras otras ventanas descorren la tupida cortina, y muestran una fea realidad. Siempre había estado ahí, pero era hora de asumirlo. Vienen tiempos difíciles y estoy en medio, con los pulmones llenos y la lengua presta. Pero no es miedo lo que tengo. Es decepción.

Disculpad si no es una vuelta extremadamente alegre. Tampoco es triste, solo es realista. Veremos que depara el futuro. Pronto, volveréis a saber de mí.


“Payasito, ven, desmaquillado oigo tus lamentos. Ponte tu nariz, que medio mundo espera reír”